domingo, 13 de septiembre de 2020

LA DISTOPÍA DEL ANALFABETISMO GEOLÓGICO

 Resumen de la ponencia realizada en la Mesa Redonda:  “La enseñanza de las ciencias naturales, su impacto en las practicas docentes”., durante el V Congreso latinoamericano de humanidades, ciencias sociales y naturales (4-5/08/20 San Luis)    

LA DISTOPÍA DEL ANALFABETISMO GEOLÓGICO

Héctor Luis Lacreu   Ver PDF

La distopía del analfabetismo geológico, es una metáfora útil para describir un futuro indeseable en el que persisten y se incrementan los problemas ambientales, resultantes del modelo de desarrollo insustentable que la sociedad ha establecido con la naturaleza.

Los llamados “daños colaterales”, derivan de la mala praxis asociada al aprovechamiento de los procesos y/o materiales geológicos utilizados para el desarrollo de la humanidad. Nos referimos a la expoliación de los paisajes, del agua superficial y subterránea, del suelo, de las rocas y los minerales, como así también a cierta negligencia en las políticas de control y protección social de amenazas naturales tales como inundaciones, derrumbes, volcanismo y terremotos. 

Las problemáticas ambientales son fundamentalmente de naturaleza política, entonces no se resolverán sólo con la alfabetización geológica, pero tampoco sin ella. En ese sentido y a modo de hipótesis, se considera que los actores políticos, económicos, universitarios y la sociedad en general, carecen de los mínimos saberes para comprender las razones geológicas de la actual distribución de los recursos no renovables y de las amenazas naturales. Dichos actores, con el asesoramiento de profesionales especializados, han participado de las decisiones políticas y económicas que, por acción u omisión, promovieron los problemas que hoy sufre la humanidad. Ello ocurrió bajo el supuesto de aportar a un Desarrollo Sustentable que no fue tal.

La idea de que “las actividades productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de las generaciones futuras”, incluida en el art. 41 de la Constitución Nacional Argentina debe ser revisada. En efecto, ese concepto es tan seductor como impreciso y ello se percibe al preguntarnos: ¿satisfacer las necesidades presentes…, pero de quién/es? y también: ¿cómo saber cuáles serán las necesidades de las futuras generaciones? En este aspecto, preferimos definir al Desarrollo Sustentable (DS) como aquel que asegura en forma simultánea: Crecimiento Económico (CE), Equidad Social (ES) y Equilibrio Ecológico(EE). Así, la ecuación DS= CE + ES + EE permite evaluar los supuestos “proyectos sustentables”, preguntándonos si las futuras generaciones además de CE recibirán un planeta con el debido cuidado de la ES y del EE.  Cabe acotar que el adjetivo “sustentable”, sufrió un perverso deslizamiento semántico y habitualmente se emplea para referirse al CE o la rentabilidad de un emprendimiento, lo cual representa una estafa pública. En efecto, la ONU introduce ese adjetivo en 1987 a través del Informe Brundtland, precisamente para señalar que el mero CE no representa el desarrollo de los pueblos.

En el año 2020, ninguna actividad de la Tierra ha quedado exenta de la influencia del COVID-19, originada en una zoonosis derivada en parte de la expoliación de los recursos naturales. Además, si se considera en forma conjunta la pandemia mundial con el calentamiento global, se puede interpretar que diferentes sectores de la humanidad han promovido, tolerado o se han visto sometidos por modelos de desarrollo insustentables que, de no mediar cambios, evolucionará hacia un planeta distópico.

Esta sentencia, lejos de ser una profecía, se fundamenta en la historia del planeta. Las rocas conservan el registro que nos muestra la ocurrencia de drásticos cambios climáticos que desertificaron regiones selváticas, desecaron mares, provocaron extinciones masivas de vida y produjeron grandes y persistentes inundaciones marinas como evidencia el subsuelo de la provincia de la región pampeana argentina.

 Considerando lo expuesto, no deberíamos sorprendernos que la actual fusión de los hielos provoque el ascenso del nivel de los mares y las consecuentes inundaciones costeras.  Se calcula que hacia 2100, habrá que relocalizar unos 1.000 millones de personas en la Tierra. Esta cifra se incrementará con la desconcentración de las mega-urbes, con la finalidad de evitar el hacinamiento y la vulnerabilidad a los contagios sanitarios, tal como ocurre en estos días.

Dicha hipotética relocalización, involucrará la construcción de ciudades en territorios deshabitados y las obvias demandas de aprovisionamiento de recursos naturales y servicios. Este proceso se realizará bajo los designios del libre mercado, a menos que se promueva una metanoia social y se encomiende la planificación al Estado. De este modo, se podrá asegurar una planificación razonable, con control social y dentro de un modelo de desarrollo sustentable.

En el marco de esta hipótesis, el analfabetismo geológico interpela a los enfoques de las practicas docentes ya que, de continuar con las mismas prácticas, será difícil el ejercicio de un control ciudadano que garantice una adecuada ocupación de los nuevos territorios. Así, la alfabetización geológica podrá contribuir a un utópico mundo sustentable, siempre que se oriente hacia una finalidad histórico-interpretativa, para comprender el origen del paisaje geológico natal y promover la responsabilidad social y política para su conservación.  

Desde este punto de vista, para que la Alfabetización Geológica (AG) pueda incidir en la cultura de la sociedad, debe ser incorporada en los planes de estudios de todos los niveles educativos.  A tal fin,  será conveniente  considerar las siguientes tres dimensiones: la AG práctica: que permite utilizar los conocimientos geológicos en la vida diaria, con el fin de mejorar las condiciones de vida, de comprender los rasgos, recursos y riesgos naturales de nuestro entorno, etc.,  la AG ciudadana: para que todas las personas puedan intervenir socialmente en decisiones políticas con diversos criterios, incluyendo los científicos y la AG cultural: que vincula la construcción de los conocimientos científicos, con el significado de la ciencia y la tecnología y la incidencia científica en la configuración de las sociedades.

miércoles, 27 de mayo de 2020

REFLEXIONES GEOLODÁCTICAS, para la renovación de la alfabetización geológica


Durante el curso de posgrado “Historia de los Paisajes Geológicos” expuse algunas reflexiones críticas sobre la enseñanza de la Geología en Argentina y su escasa presencia curricular en el campo de las Ciencias Naturales. 

Trato de esbozar un marco teórico/práctico innovador para mejorar la alfabetización  científica de los ciudadanos y que le permita  comprender a  la naturaleza como un sistema complejo.

Los principales conceptos del marco teórico están desarrollados en 5 videos que comparto con sus enlaces y agradeceré los aportes que realicen a mi correo electrónico.


VER DOCUMENTO Y VIDEOS

Nota:  se debe bajar el pdf  para poder visualizar los iconos que abren los vídeos

lunes, 27 de abril de 2020

LOS DERECHOS DE LA MADRE TIERRA

El 22 de abril de 2020 se conmemoró un nuevo Día de la Tierra y además se cumplió el medio siglo de vida de esta celebración iniciada en 1970 a instancias del senador Nelson Gaylord. Esta iniciativa tuvo gran éxito porque se produjo en un momento de la historia mundial, y especialmente de Estados Unidos donde su pueblo estaba altamente sensibilizado por la guerra de Vietnam que destruyó la naturaleza junto con la irreparable aniquilación de vidas humanas. Sin embargo, en 2009 dicho día fue re-bautizado por la ONU como “Día Internacional de la Madre Tierra” y sospecho que fue para invisibilizar las razones políticas de su origen.   

Desforestación en la amazonia, pulmón del planeta

La actual conmemoración del ahora llamado Día de la Madre Tierra será diferente porque desde hace 4 meses se declaró una pandemia causada por el contagio del virus Covid-19 que se expandió velozmente por los cinco continentes y hasta la fecha se contabilizan cerca de dos millones de contagios y casi 200.000 muertes. Además, la vida social y cultural, la industria y la economía del mundo están prácticamente paralizadas y ello nos lleva a preguntarnos si esos cambios en la dinámica social podrían tener influencia en la “salud” de la Tierra.
Sobre el particular, debemos cuidarnos de no cometer el error de confundir la Tierra o la naturaleza con el medio ambiente. En efecto, este último es un objeto inmaterial que resulta de las relaciones entre los humanos y entre la humanidad y la naturaleza.  
Por ello, el intento de encontrar alguna respuesta, requiere que tengamos en claro que es lo que se conmemora el Día de la Tierra y en qué se diferencia del Día del Medio Ambiente, que se celebra en otra fecha (5 de junio). Ambas fechas tienen algo en común: la relación de la humanidad con la naturaleza. Sin embargo, el hecho de que se celebren en dos momentos distintos nos lleva a reflexionar cuales son las prioridades y los objetivos en uno y otro caso.
Cabe señalar que las promociones que realiza la ONU de ambos días internacionales (ver en internet), resultan tan inocentes y bucólicas como confusas y no ayudan a esclarecer la complejidad de los problemas porque no propician la reflexión político-ideológica. En efecto, en ambos casos se alude a la naturaleza y a la humanidad como beneficiaria de las bellezas, de los recursos para la vida y también como receptora de las amenazas (naturales o inducidas) que atentan contra la calidad de vida.  Así, se configura un enfoque antropocéntrico de la naturaleza anteponiendo las prioridades de la humanidad y se preocupa por los sistemas naturales, en tanto y en cuanto son funcionales al desarrollo sustentable de la sociedad. 
Estas motivaciones antropocéntricas son muy necesarias para la conmemoración del Día Mundial del Medio Ambiente y son imprescindibles para que los hombres y mujeres nos hagamos responsables de nuestros actos y para promover políticas de desarrollo sustentable, que se materialice otorgando iguales prioridades al crecimiento económico, la equidad social y el equilibrio ecológico.
Sin embargo, las reflexiones y las políticas relacionadas con el Día de la Tierra, aunque complementarias de las anteriores, deberían tener como objetivo la preservación del equilibrio entre los subsistemas de la naturaleza: Geosfera, Atmósfera, Hidrosfera y Biosfera. Ello implica el compromiso para evitar que los cambios naturales y/o antrópicos en los paisajes “borren” tanto los rasgos actuales como los registros histórico geológicos que nos hablan de la historia de nuestro planeta.
Estos objetivos para el Día internacional de la Tierra responden a un enfoque geocéntrico que se orienta a promover el respeto humano hacia la naturaleza, entendido como el compromiso humano de evitar alteraciones en y entre los subsistemas antes mencionados. Estas precauciones, se basan en una idea muy generalizada de la tierra como “bien común” como albergue para todas las especies, incluida la humana.  En efecto, varias culturas a través de sus creencias sus religiones y mitos, promueven la preservación de la naturaleza y “sienten” que los cambios drásticos inducidos en sus paisajes son una ofensa a esas tradiciones ancestrales. Ello obedece a que las actuales relaciones entre la humanidad y la naturaleza están orientadas por cierta correlación de fuerzas político-ideológicas que nadie puede afirmar que se mantendrán por siempre. En consecuencia, la responsabilidad y el respeto por la preservación de las condiciones naturales de nuestro planeta es un imperativo cultural fundado en el humilde reconocimiento de nuestra ignorancia sobre cuáles serán las necesidades de las generaciones futuras.
Por otro lado, dicho enfoque nos permite colocar a la naturaleza en el centro de las reflexiones y como seres humanos, imaginarnos junto a las otras espacies vivientes que nos dan el ejemplo de convivencia en un equilibrio armónico con la naturaleza. Así, podremos sentirnos parte de la evolución de la vida en la Tierra, desprendernos de nuestra omnipotencia, no entorpecer la evolución natural en todos los territorios que sea posible y, también, comprender que difícilmente se podrá eternizar nuestra actual forma de relacionarnos con la Naturaleza.
 En dicho sentido, cabe recordar que en América Latina los pueblos originarios andinos se refieran a la naturaleza como la “Pachamama”. Al respecto, en su libro “La Pachamama y lo Humano” Eugenio R. Zaffaroni se refiere a estos aspectos culturales y menciona que   en la constitución de Ecuador (2008), la Pachamama está incorporada como sujeto de derecho y en su Art 71 dispone: “La naturaleza o Pachamama, donde se reproduce y realiza la vida, tiene derecho a que se respete integralmente su existencia y el mantenimiento y regeneración de sus ciclos vitales, estructura, funciones y procesos evolutivos. //Toda persona, comunidad, pueblo o nacionalidad podrá exigir a la autoridad pública el cumplimiento de los derechos de la naturaleza. // El estado incentivará a las personas naturales y jurídicas, y a los colectivos para que protejan la naturaleza, y promoverá el respeto a todos los elementos que forman un ecosistema”.  Algo similar se incorporó en la constitución de Bolivia (2009).
En consecuencia, si consideramos a la Pachamama como sujeto de derechos, tenemos que concluir que la humanidad no los ha respetado y que el sistema capitalista la ha considerado como un objeto de expoliación, provocando marcas tan profundas que dieron lugar a la nominación de una nueva época geológica: el Antropoceno.
 En relación con las actividades de conmemoración, desde hace décadas, los medios de comunicación difunden las actividades institucionales de algunas ONG´s, gobiernos y escuelas, que generalmente se concentran en promover la “conciencia ciudadana” para el cuidado de la naturaleza, y lo hacen promoviendo una reflexión bucólica sobre la belleza y la biodiversidad de los paisajes que suele reflejarse en simpáticos y sentidos dibujos en carteleras escolares. 
Cabe señalar que dichas actividades son importantes y motivadoras para el nivel pre escolar y quizás para los primeros años de la escuela primaria. Sin embargo, mantener los mismos criterios para los alumnos mayores de la primaria y del secundario representa una banalización de la conmemoración de la Madre Tierra.
Entonces, la formación de la conciencia ciudadana requiere que haya una transición desde la reflexión bucólica a la reflexión política, entendiendo la política como un desafío para pensar e impulsar acciones eficientes para lograr cambios que contribuyan al desarrollo sustentable.
Sobre la base de lo expuesto, se debería considerar con mayor cuidado el modo de conmemorar y fomentar las acciones de respeto y “preservación de los subsistemas naturales”. Para ello, es necesario salir del nivel de las generalizaciones y contextualizar los proyectos en un tiempo y un espacio concreto. En ese sentido, es posible que la formación ciudadana sea más eficiente si se realiza sobre problemáticas referidas al paisaje de nuestro entorno y proponiendo acciones políticas para la preservación de los sectores de interés patrimonial.  
Antes de finalizar quiero mencionar que dentro de esa búsqueda de promover el respeto a la naturaleza se han creado los parques nacionales y las regiones consideradas patrimonio de la humanidad. El objetivo, es la preservación de los rasgos de una naturaleza que de otro modo podría desaparecer por la colonización y destrucción humana.
En tal sentido, se puede mencionar un proyecto reciente orientado a la conservación de lugares naturales de interés cultural para algunas comunidades de San Luis. Se trata  del proyecto denominado “Los Tesoros Geológicos de Juana Koslay”  que propone la preservación y divulgación de un “geositio” cuyas  rocas nos  “relatan” una historia que comienza hace 500 millones de años, cuando en la región había una gran cordillera, los Andes no existían y en su lugar había un gran océano.
 Más allá de este ejemplo, hay muchos sitios geológicos con historias muy antiguas que influyen en la identidad de los pueblos y también existen otras regiones cuya singular biodiversidad refleja el estado actual en la evolución de la vida. 
Por último, quiero expresar que es deseable que, en el Día Internacional de la Madre Tierra, se promueva el respeto a la naturaleza como sujeto de derechos y como futuro hogar de las próximas generaciones. Ese respeto se debería exteriorizar en reflexiones políticas y actividades que por un lado justifiquen la creación de sitios naturales protegidos y por otro, que denuncien las malas praxis que provocan el descuido y/o la destrucción de la naturaleza.

Héctor Luis Lacreu

22 de abril de 2020