Miradas al Sur, 2014,
edición 335 p.16 Acceso directo
Hector
L. Lacreu
El título de este
artículo intenta ilustrar acerca de una situación que acontece en la educación
argentina, debido a dos razones principales. La primera se refiere a la enseñanza
fragmentada y desarticulada de las
materias tradicionales de las Ciencias Naturales: Biología Física y Química y
la segunda es la escasez y/o ausencia de contenidos de Geología en los diseños
curriculares, especialmente en la educación secundaria.
Decimos
desnaturalización, porque los aprendizajes de las Ciencias Naturales rara vez salen
del aula y/o los laboratorios, para el empleo del conocimiento en la resolución
y/o comprensión de problemas en los entornos naturales propiamente dichos. Conocemos
las dificultades para realizar salidas fuera de las escuelas, colegios e
institutos, pero el sistema educativo, especialmente los docentes y las
autoridades escolares, tienen la responsabilidad de hallar soluciones para que
estos aprendizajes se alcancen de un modo contextualizado y ayuden a la
formación de los ciudadanos para una mejor comprensión de los fenómenos
naturales.
En cualquier entorno
escolar habrá jardines, obras en construcción y los materiales que en ellas se
utilizan. Del mismo modo habrá alguna exposición del suelo y subsuelo donde
será posible utilizar los saberes biológicos, físicos, químicos y geológicos
para comprender las interacciones entre el suelo, el aire, el agua y la vida.
De este modo se puede intentar utilizar dichos conocimientos para analizar los
problemas vinculados a la seguridad de las fundaciones, los riesgos de
explotación/producción de materias primas para la industria en general y la construcción
en particular.
La ausencia y/o
escasez de contenidos en la enseñanza de Geología en el espacio curricular de las
Ciencias Naturales promueve una enseñanza distorsionada, dogmática e incompleta
de dicho campo disciplinar e impide aprehender conocimientos fundamentales sobre
los procesos geológicos generadores de riesgos y recursos naturales que inciden
en los EIA (Estudios de Impacto Ambiental) y condicionan la calidad de vida de
la sociedad.
En efecto, además de los aspectos socio –
culturales, la sociedad habita en ambientes que están configurados por la mayor
o menor disponibilidad de recursos tales como el territorio con un relieve típico, el agua en calidad y abundancia necesaria, el suelo con una determinada fertilidad y capacidad portante. El
ambiente también está condicionado por las características climáticas (lluvias,
viento y calor), y el acceso a recursos
mineros naturales (arenas, piedras, lajas, etc.) o transformados (hierro,
aluminio, cobre, yeso, cemento, vidrio, etc).
Por otra parte, las
comunidades que ocupan cierta porción de un territorio, necesariamente
interactúan con procesos geológicos que pueden constituirse en amenazas y
representar diferentes clases de riesgos
para la sociedad. En este sentido, basta recordar los riesgos sísmicos,
volcánicos (cenizas o lavas), y también los riesgos por derrumbes, colapso de
suelos o inundaciones. Algunos riesgos son de carácter local pero otros como
las cenizas volcánicas, pueden tener alcance regional y hasta global. En este
sentido vale la pena recordar que en los últimos años hubo cenizas volcánicas
que desde la Patagonia llegaron a Buenos Aires y dificultaron el tránsito
aéreo.
Los ciudadanos, en
general, son capaces de enunciar tanto los recursos como los riesgos naturales que
influyen en su vida cotidiana. Además, son conscientes que el aprovisionamiento
y manejo de los primeros y las medidas de seguridad para la protección de los
segundos requiere de la intervención humana. Sin embargo, el analfabetismo
geocientífico dificulta la comprensión y explicación científica elemental de
las razones por las cuales ocurren los impactos ambientales (positivos y
negativos) ocasionados tanto por la modificación del territorio, como por la
interferencia con los procesos naturales (biológicos, geológicos, físicos y
químicos) de una localidad.
Dicho analfabetismo
atenta contra la formación ciudadana ya que se ocultan los conocimientos geocientíficos
básicos que necesita todo ciudadano para opinar y actuar con fundamento en
defensa del medio ambiente y de su calidad de vida. Un ciudadano socialmente
responsable, debería poder actuar fundadamente si sospecha que una intervención
humana, en cualquier territorio, puede provocar un impacto negativo. Dificultar
dicho empoderamiento, va en sentido contrario a las actuales políticas de
estado y a favor de la expoliación de los recursos naturales.
Cabe recordar que
los problemas ambientales que con mayor frecuencia aparecen en los titulares están
relacionados con malas prácticas en el manejo de los recursos (aguas, suelos,
rocas, minerales) y con imprevisiones o improvisaciones respecto de los riesgos
(derrumbes, inundaciones, vulcanismo, terremotos, etc.). La corrección
(mitigación, eliminación) de esas malas prácticas además de buena legislación,
además de funcionarios y empresarios probos, requiere de la participación de
los ciudadanos, que son los más vulnerables y los primeros afectados por los
impactos ambientales negativos.
Las razones y expectativas
expresadas en relación con una adecuada enseñanza de las Ciencias Naturales, no
es sólo una expresión de deseo del autor. Son propósitos enunciados por el
Consejo Federal de Educación (CFE) lo que implica un acuerdo entre todos los
ministros de educación de las provincias y el de la nación.
Así, en la Res CFE
84-09 (apartado 87d) entre otras cosas se señala que todos los estudiantes
Educación Secundaria Obligatoria “…..
accederán a una formación que: … d) incluya los saberes de diversas Ciencias
Naturales en ambos ciclos, de modo que los estudiantes de cualquier oferta del
nivel se encuentren preparados para 1:
interactuar con los fenómenos naturales y 2:
profundizar en la construcción de los modelos explicativos básicos de las
ciencias; para 3: comprender el
mundo natural y su funcionamiento y para 4:
tender puentes entre los saberes cotidianos y los científicos, a partir de
propuestas de enseñanza que recuperen sus propias preguntas, inquietudes y
explicaciones. Para ello será necesario considerar los aportes específicos de
la Física, la Química y la Biología” (los números en negrita y subrayado son del autor). (ver: http://www.me.gov.ar/consejo/resoluciones/res09/84-09-anexo01.pdf)
En dicho texto, por
un lado, se enuncian sólo tres disciplinas de las Ciencias Naturales y se ha
omitido la Geología. En consecuencia, los NAP (Núcleos de Aprendizajes
Prioritarios) propuestos para la Formación General de todas las orientaciones en
la nueva Educación Secundaria Obligatoria, por omisión de la Geología, promueve
una enseñanza distorsionada de las Ciencias Naturales. Además, se dificulta la
posibilidad de propiciar un acercamiento al entorno natural y, por ende,
favorecer la articulación de las cuatro disciplinas que permitirán una adecuada
comprensión de los fenómenos naturales. Por otro lado, dicho texto es una
falacia, porque propone que “los
estudiantes de cualquier oferta del nivel se encuentren preparados para…” lo
enunciado en: 1, 2, 3 y 4, sin percibir que ello no será posible, de un modo
adecuado, sin la enseñanza de la Geología.
Finalmente, deseo compartir
el deseo para que el Ministerio de Educación de la Nación y los diferentes
organismos vinculados con el ejercicio de la Geología y la enseñanza de las
Ciencias Naturales, se involucren en la corrección de dicha omisión. En este
sentido, apelo a la consideración de los NAP geológicos elaborado desde la AFAG
(Asociación de Facultades de Geología), para su incorporación en la Educación
Secundaria Obligatoria a fin de que las expresiones de la Res CFE 84-09 se
conviertan en realidad. Sin estas
medidas difícilmente se logrará una adecuada formación de sujetos políticos
capaces de sostener un pensamiento crítico y desarrollar acciones constructivas
en defensa de un desarrollo sustentable.