CARTA ABIERTA 2
LOS GEÓLOGOS PARA EL SIGLO XXI
LOS GEÓLOGOS PARA EL SIGLO XXI
Por ello, una vez más, quiero
compartir algunas reflexiones sobre la formación de los futuros profesionales
de la Geología. Admito que podrán generar cierta “incomodidad”, debido a que
desafían el “statu quo”, pero es inevitable: si hacemos más de lo mismo,
difícilmente obtengamos resultados diferentes.
A continuación, intentaré
defender y fundamentar brevemente la idea de introducir una formación social y
humanística, hasta ahora superficial o ausente en los estándares nacionales para
el título de Geólogo. Como parte de esa idea, sostengo la necesidad de fortalecer
las PPS (Prácticas Profesionales Supervisadas), todo lo cual forma parte de lo
que se puede denominar Ambientalización
Curricular en la formación
geológica.
Me
atrevo a señalar que las próximas generaciones de geólogos/as, tendrán cada vez
mayor intervención en actividades relacionadas con riesgos (geológicos, hídricos,
etc.) naturales o antrópicos, como así también con la exploración y control de
la explotación de recursos naturales, controles de impacto ambiental y con la
planificación y control geológico del uso del territorio. Además, estas
incumbencias involucran la remediación de los daños ambientales
resultantes de intervenciones desafortunadas y por ello son de interés público.
En efecto, en las diferentes etapas operativas los/as geólogos/as deben
garantizar la reducción de riesgos para la sociedad, sean estos locales o
regionales, tanto inmediatos como mediatos.
Todas estas actividades están
vinculadas con la búsqueda de seguridad, tranquilidad y bienestar de la
sociedad. Por estas razones, se argumentó que el ejercicio profesional
compromete “el interés público poniendo
en riesgo de modo directo la salud, la seguridad, los derechos, los bienes o la
formación de los habitantes” y que ese es el motivo fundamental para que el
título de geólogo esté regulado por el Estado, tal como establece Art. 43 de la ley de Educación Superior (LES
24.521-95).
Con base en lo expuesto, la
formación de los geólogos/as para el siglo XXI debería incorporar instancias de
actividades formativas, como las PPS, para que los alumnos estén contacto con la
solución de problemas geológico - ambientales en forma contextualizada. Así
como se realizan prácticas de campo para obtener datos de rocas, minerales,
estructuras, etc., también son necesarios los trabajos de campo para tomar
contacto con las necesidades, sentimientos y cultura de las personas afectadas
por problemas geológico ambientales. Los geólogos del siglo XXI, tienen el
desafío de formarse para actuar en la intersección entre los problemas sociales
y el cuerpo teórico-práctico-geoético necesario para resolverlos. Todas ellas,
son instancias fundamentales para que los futuros geólogos adquieran conciencia
y reflexionen sobre las consecuencias
sociales de las prácticas geológicas.
Profundizando ese razonamiento,
quiero expresar que los geólogos que se forman en nuestra universidad pública,
libre y gratuita, deben desarrollar un perfil que por sobre todas las cosas garantice
comportamientos éticos, con responsabilidad social y política para sostener un
firme compromiso con la protección del bien común y con el Desarrollo
Sustentable.
Dicho perfil, requiere de la formación
de profesionales críticos a través de un entrenamiento reflexivo y de la incorporación
de contenidos humanísticos que faciliten el trabajo interdisciplinario, el
abordaje de problemas complejos y la resolución de dilemas existenciales cada
vez más frecuentes. En efecto, tal como expresé en la Carta
Abierta 1, la creciente complejidad
y frecuencia de los problemas ambientales y sus raíces políticas, requieren
mucho más que las meras capacidades científico técnicas de los profesionales.
En relación con la PPS,
conozco las dificultades para encontrar empresas que admitan alumnos y los
trámites burocráticos involucrados en la logística para concretar esas
Prácticas. Sin embargo, las PPS, son las únicas instancias que tienen los
alumnos/as para tomar contacto con los problemas reales del ejercicio
profesional, en relación con las demandas sociales y/o empresariales. Por tales motivos, entiendo que existen otras alternativas,
que se han utilizado parcialmente y que deberían expandirse. Me refiero a la realización
de PPS sobre problemáticas geológico-ambientales relacionadas con la provincia
donde se ubica cada UUNN, o bien con los municipios, las escuelas, los clubes,
ONGs, etc. que están más o menos cercanos.
En la Argentina actual
y la de los próximos años, todas esas instituciones seguramente tienen algunos problemas
que resolver y otros que aún no se han identificado como tales y que las
realizaciones de diagnósticos podrían ayudar a ponerlos en evidencia. Los problemas
aludidos, se refieren a la planificación de la expansión urbana, la radicación
de basurales, crisis en el abastecimiento de agua potable y/o riego, prevención
de erosión, inundaciones y arenamiento de barrios y ciudades, la ampliación de
edificios y la necesidad de estudios geotécnicos, monitoreo de la extracción de
áridos y del manejo de los suelos, construcción de obras públicas que modifican
el paisaje local/regional, uso de rocas de aplicación y materiales autóctonos
en las construcciones, etc. No quiero dejar de mencionar la participación de
alumnos en Audiencias Ambientales y los aportes del conocimiento geológico para
potenciar el turismo y para satisfacer la permanente demanda escolar primaria y
secundaria en el asesoramiento para Ferias de Ciencias y charlas
formativas/informativas, como así también la vacancia en la formación y
capacitación de los docentes en la enseñanza de la Geología.
Todos estos aspectos,
constituyen potenciales necesidades comunales que demandan el ejercicio
profesional del geólogo para el asesoramiento en el uso del territorio, de sus
recursos y la prevención de riesgos derivados de procesos geológicos. Dichas necesidades,
no siempre son identificadas como tales ni como problemas a resolver, sin embargo,
una adecuada articulación entre los universitarios con la sociedad y con sus
autoridades provinciales, municipales y educativas podrían constituir una
sinergia que no sólo hará factibles las PPS, sino que brindará mayor
visibilidad y reconocimiento a la función de los geólogos en la sociedad.
Los desafíos planteados,
son tales porque los geólogos carecen de experiencia pedagógica para planificar
procesos de formación humanística e interacción con las demandas ambientales.
Sin embargo, esas carencias no deberían constituir un obstáculo para poder dar
un salto cualitativo en la formación de los/as geólogos/as para el siglo XXI. Por
el contrario, debería constituir un aliciente para iniciar un camino innovador,
de naturaleza interdisciplinaria, junto con pedagogos, comunicadores
institucionales, entre otros. Una
decisión política de esta naturaleza, compromete no sólo a los geólogos sino a
todas las autoridades universitarias.
Podría pensarse que se
trata de un salto al vacío, pero en realidad ello es la lógica reacción transitoria
de la “resistencia el cambio”, sobre todo por las dudas, angustias e incertezas
que ello implica. Sin embargo, hay que recordar que se trata de emociones y
sentimientos similares a las que ocurren cuando iniciamos un proyecto de
investigación o nos plantean problemas geológicos cuyas soluciones no
conocemos. En este caso el problema es pedagógico, por eso el desafío es mayor
y, del mismo modo que nos animamos con la geología deberíamos hacerlo con la
formación de los futuros geólogos.
Para finalizar, creo
que toda reforma curricular requiere de otro desafío quizás mayor, que es el de
animarse tomar la decisión política para modificar los paradigmas de la
Formación Geológica. Considero que la actual
reforma de los estándares constituye un momento “clave” y es una excelente oportunidad
histórica para debatir y dar respuestas a las demandas tácitas y explícitas de
la sociedad, que paga nuestros sueldos con sus impuestos.
Héctor Luis Lacreu
28-06-19