domingo, 9 de junio de 2019

CARTA ABIERTA 1 “LOS GEOLOGOS Y LA EDUCACIÓN”


CARTA ABIERTA 1   

LOS GEÓLOGOS Y LA EDUCACIÓN   

El 9 de junio es el DÍA DEL GEÓLOGO, en el que se conmemora el aniversario de la creación del Centro Argentino de Geólogos (1947), que tenía como objetivos “el mejoramiento y prestigio de la profesión geológica; fomentar la unión y solidaridad entre los colegas; velar para que la más rigurosa ética rija la práctica profesional; y promover el progreso y mejor conocimiento de esta disciplina”.

Más adelante, en 1963 se logró la promulgación del Decreto Ley 8926/63 que dio origen al Consejo Superior Profesional de Geología, destinado a regular el ejercicio de la actividad profesional.
Hoy se cumplen 72 años de aquel momento fundacional, y creo que es una buena oportunidad para afirmar que hubo importantes logros en todos los objetivos propuestos, pero también que es necesario no dormirse en los laureles, actualizar dichos objetivos en función de los cambios culturales, económicos y políticos, y caracterizar los desafíos que se prevén para este milenio.

La idea que quiero compartir, se refiere a la necesidad de reflexionar sobre que significa ser Geólogo en el siglo XXI, que rasgos debería tener nuestra responsabilidad científica, social y política en relación con la sociedad y de qué manera articulamos con ella.

Hay numerosas líneas de reflexión posibles y necesarias, pero me interesa plantear dos aspectos del plano educativo. Uno de ellos, se refiere a la formación de los futuros geólogos y la capacitación de los que están en actividad.  El otro, se refiere al desafío de intervenir de modo riguroso y eficiente en el mejoramiento de la alfabetización geológica de los ciudadanos.

LA FORMACIÓN DE LOS GEÓLOGOS
En relación con el primer aspecto, cabe señalar que en estos momentos comienza una revisión nacional de los estándares para la formación de los geólogos. http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/320000-324999/321926/norma.htm
Entonces, parece oportuno discutir si existe voluntad para una renovación en los paradigmas de la formación profesional, mediante la incorporación de una formación humanística que incluya, metodología, epistemología, historia de la geología, geoética, etc. Estos contenidos, actualmente están ausentes o son insuficientes y resultan imprescindibles para contribuir a la formación ciudadana de los geólogos e incrementar su compromiso con el Medio Ambiente y el Desarrollo Sustentable.  
La formación de los geólogos está orientada tanto a la preparación de profesionales cuyos campos de acción varían desde las investigaciones científico-académica hasta las investigaciones para resolver problemas prácticos. Algunos de los problemas se relacionan con la construcción de conocimiento en áreas de vacancia, otros con la búsqueda, extracción o manejo de recursos no renovables y  también con problemas vinculados con la prevención de riesgos geológicos. 
Quiero señalar que, en todos los casos, las acciones de los profesionales de la geología tienen raíces políticas y económicas y además, tienen consecuencias socio - ambientales porque involucran algún grado de intervención en la naturaleza.  Esas intervenciones pueden variar desde la simple extracción de muestras, hasta grandes labores mineras, perforaciones petroleras, construcción de caminos, presas hídricas, etc.  Muchas de estas obras no sólo alteran los rasgos bucólicos del paisaje, sino que pueden modificar algunos procesos geológicos, hídricos y atmosféricos locales y/o regionales. 
En relación con estos pocos ejemplos genéricos, existen innumerables casos de problemas ambientales derivados de procesos de contaminación, rotura de embalses, derrumbes e inundaciones.  Es habitual que esos problemas sean caracterizados como accidentes, pero en la mayoría de los casos se trata de lo que Zygmunt Bauman denominó “daños colaterales”. Estos daños, frecuentemente son directamente proporcionales a los “ahorros” realizados en las inversiones de seguridad, para garantizar la máxima rentabilidad de los negocios.
Sin entrar en mayores detalles, podemos reconocer que los geólogos son partícipes necesarios para la prevención de accidentes que ocasionan problemas ambientales y la sociedad espera que ellos actúen en ese sentido. Sin embargo, ello no siempre ocurre porque previamente deben resolver  un dilema geoético entre la responsabilidad política y social de proteger el bien común o la ética de su convicción, que quizás privilegie sus conveniencias individuales. 
La formación de profesionales críticos requiere de un entrenamiento reflexivo y contenidos humanísticos que aportan herramientas para resolver dilemas existenciales cada vez más frecuentes. En efecto, la creciente complejidad y frecuencia de los problemas ambientales y sus raíces políticas, requieren mucho más que capacidades científico técnicas de los profesionales. (ver: https://www.academia.edu/35326676/)

LA ALFABETIZACIÓN GEOLÓGICA DE LOS CIUDADANOS.
En relación con el segundo aspecto, también considero oportuno proponer algunas reflexiones ya que el analfabetismo geológico de gran parte de la sociedad hace difícil la adopción de conductas ambientalmente saludables e impide una adecuada participación de los ciudadanos en las Audiencias Públicas convocadas para que opinen sobre Estudios de Impacto Ambiental.
También impide que valoren y se apropien del patrimonio geológico cultural del Paisaje Natal, porque ignoran que ese paisaje tiene una historia que puede ser construida por ellos mismos, permitiéndoles reconocer una parte de su identidad. Además, la historia geológica del lugar natal, les permitirá comprender las razones de la disponibilidad o carencia de recursos naturales, así como de los eventuales riesgos geológicos que los amenazan y de los cuales deberían prevenirse y/o protegerse.
El desafío de la alfabetización geológica es complejo y no se resuelve sólo con la incorporación de contenidos y materias geológicas en los planes de estudios primarios y secundarios.  De hecho, durante la primera mitad del siglo XX esos contenidos estuvieron en los planes de estudios pero, a partir de 1960 lentamente fueron desapareciendo. Por otra parte, en la reforma curricular de 1996 hubo una importante incorporación de CBC (Contenidos Básicos Comunes) de Geología en el espacio curricular de las Ciencias Naturales.
En efecto, se incorporó el denominado Bloque 4: “La tierra y sus cambios”, pero la inadecuada implementación junto con la escasa formación docente y la incomprensión de la comunidad geológica impidieron que esa incorporación se consolidara. Consecuentemente, diez años después con la reforma de 2006 y la definición de los NAP (Núcleos de Aprendizajes Prioritarios), los contenidos geológicos se fueron diluyendo. Ello ocurrió especialmente en la educación secundaria no orientada y sólo pudo preservarse parcialmente en las orientaciones de ciencias naturales y medio ambiente.
Así, los escasos contenidos geológicos que permanecen en la educación primaria y secundaria son enseñados de una manera aburrida debido a su descontextualización y a que las didácticas se han mimetizado en unos casos con las ciencias experimentales y en otros con las ciencias sociales.  En cualquier caso, se está omitiendo el desarrollo de una didáctica específica que rescate la raíz histórica de la Geología para que los aprendizajes adquieran un sentido del que ahora carecen.
En mi opinión, los geólogos somos parte del problema del analfabetismo geológico cuando deberíamos haber sido parte de la solución.  El principal problema es que las autoridades ministeriales y los docentes primarios y secundarios necesitan del aporte teórico y práctico de  una disciplina que he denominado Geolodáctica <https://www.academia.edu/37130595/>, que representa la Geología aplicada a la educación y que la comunidad geológica aún no supo desarrollar ni está convencida que deba estimular su desarrollo.
Mediante la presente, intento convencer a mis colegas de la comunidad geológica que es imperioso alentar y defender la construcción del campo disciplinar de la Geolodáctica y también quiero señalar que se requiere de la responsabilidad y la decisión política de las autoridades universitarias. Todos ellos deberían tomar conciencia que sin la Geología la enseñanza de las Ciencias Naturales está distorsionada
Por el momento, considero que sólo en el ámbito universitario sería posible crear un proyecto de investigación educativa interdisciplinar para invitar a jóvenes profesionales de la geología y/o de la educación para que orienten su desarrollo profesional en la Geolodáctica,  a través de becas de investigación y carreras de posgrado.  El campo de la investigación y de las experiencias será el de la capacitación de los profesores en actividad y el asesoramiento a instituciones educativas y gobiernos provinciales. Los problemas a investigar, estarán referidos a la Transposición Didáctica de la Geología, los diseños curriculares, el desarrollo de unidades didácticas contextualizadas, etc. y sus resultados podrán ser comunicados y publicados en congresos educativos y revistas de la especialidad existentes en   varios países.
Para valorar esta propuesta realizada, se debería tener en cuenta que dentro de las Ciencias Naturales, tanto en la educación secundaria como en la Formación Docente, las disciplinas más consolidadas son Biología, Física y Química y que los docentes y los formadores de formadores son científicos y profesores especializados en educación que investigan y reflexionan sobre sus propias prácticas.  Es un modelo de trabajo profesional que dio resultado y permitió consolidar sus respectivos campos disciplinares.
Finalmente, deseo agregar que lo expuesto constituye un diagnóstico incompleto de la problemática educativa y que muchas de las afirmaciones  constituyen hipótesis de trabajo.
El principal motivo de esta carta abierta es compartir algunas inquietudes educativas y “provocar” reflexiones que nos ayuden a transitar el siglo XXI con responsabilidad social y política.

¡Feliz día de las geólogas y los geólogos!

Afectuosamente

Hector Luis Lacreu
lacreu@gmail.com
San Luis, 09-06-2019

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