Resumen de la ponencia realizada en la Mesa Redonda: “La enseñanza de las ciencias naturales, su impacto en las practicas docentes”., durante el V Congreso latinoamericano de humanidades, ciencias sociales y naturales (4-5/08/20 San Luis)
LA DISTOPÍA DEL ANALFABETISMO GEOLÓGICO
Héctor Luis Lacreu Ver PDF
La
distopía del analfabetismo geológico, es una metáfora útil para describir un futuro
indeseable en el que persisten y se incrementan los problemas ambientales, resultantes
del modelo de desarrollo insustentable que la sociedad ha establecido con la
naturaleza.
Los
llamados “daños colaterales”, derivan de la mala praxis asociada al
aprovechamiento de los procesos y/o materiales geológicos utilizados para el desarrollo
de la humanidad. Nos referimos a la expoliación de los paisajes, del agua
superficial y subterránea, del suelo, de las rocas y los minerales, como así también
a cierta negligencia en las políticas de control y protección social de amenazas
naturales tales como inundaciones, derrumbes, volcanismo y terremotos.
Las
problemáticas ambientales son fundamentalmente de naturaleza política, entonces
no se resolverán sólo con la alfabetización geológica, pero tampoco sin ella. En
ese sentido y a modo de hipótesis, se considera que los actores políticos,
económicos, universitarios y la sociedad en general, carecen de los mínimos
saberes para comprender las razones geológicas de la actual distribución de los
recursos no renovables y de las amenazas naturales. Dichos actores, con el
asesoramiento de profesionales especializados, han participado de las
decisiones políticas y económicas que, por acción u omisión, promovieron los problemas
que hoy sufre la humanidad. Ello ocurrió bajo el supuesto de aportar a un
Desarrollo Sustentable que no fue tal.
La
idea de que “las actividades productivas satisfagan las necesidades presentes
sin comprometer las de las generaciones futuras”, incluida en el art. 41 de la
Constitución Nacional Argentina debe ser revisada. En efecto, ese concepto es
tan seductor como impreciso y ello se percibe al preguntarnos: ¿satisfacer las
necesidades presentes…, pero de quién/es? y también: ¿cómo saber cuáles serán las
necesidades de las futuras generaciones? En este aspecto, preferimos definir al
Desarrollo Sustentable (DS) como aquel que asegura en forma simultánea:
Crecimiento Económico (CE), Equidad Social (ES) y Equilibrio Ecológico(EE).
Así, la ecuación DS= CE + ES + EE permite evaluar los supuestos “proyectos sustentables”,
preguntándonos si las futuras generaciones además de CE recibirán un planeta
con el debido cuidado de la ES y del EE.
Cabe acotar que el adjetivo “sustentable”, sufrió un perverso
deslizamiento semántico y habitualmente se emplea para referirse al CE o la
rentabilidad de un emprendimiento, lo cual representa una estafa pública. En
efecto, la ONU introduce ese adjetivo en 1987 a través del Informe Brundtland, precisamente
para señalar que el mero CE no representa el desarrollo de los pueblos.
En
el año 2020, ninguna actividad de la Tierra ha quedado exenta de la influencia
del COVID-19, originada en una zoonosis derivada en parte de la expoliación de
los recursos naturales. Además, si se considera en forma conjunta la pandemia mundial
con el calentamiento global, se puede interpretar que diferentes sectores de la
humanidad han promovido, tolerado o se han visto sometidos por modelos de
desarrollo insustentables que, de no mediar cambios, evolucionará hacia un
planeta distópico.
Esta
sentencia, lejos de ser una profecía, se fundamenta en la historia del planeta.
Las rocas conservan el registro que nos muestra la ocurrencia de drásticos
cambios climáticos que desertificaron regiones selváticas, desecaron mares, provocaron
extinciones masivas de vida y produjeron grandes y persistentes inundaciones
marinas como evidencia el subsuelo de la provincia de la región pampeana
argentina.
Considerando lo expuesto, no deberíamos
sorprendernos que la actual fusión de los hielos provoque el ascenso del nivel
de los mares y las consecuentes inundaciones costeras. Se calcula que hacia 2100, habrá que
relocalizar unos 1.000 millones de personas en la Tierra. Esta cifra se incrementará
con la desconcentración de las mega-urbes, con la finalidad de evitar el hacinamiento
y la vulnerabilidad a los contagios sanitarios, tal como ocurre en estos días.
Dicha
hipotética relocalización, involucrará la construcción de ciudades en
territorios deshabitados y las obvias demandas de aprovisionamiento de recursos
naturales y servicios. Este proceso se realizará bajo los designios del libre
mercado, a menos que se promueva una metanoia social y se encomiende la
planificación al Estado. De este modo, se podrá asegurar una planificación razonable,
con control social y dentro de un modelo de desarrollo sustentable.
En
el marco de esta hipótesis, el analfabetismo geológico interpela a los enfoques
de las practicas docentes ya que, de continuar con las mismas prácticas, será
difícil el ejercicio de un control ciudadano que garantice una adecuada
ocupación de los nuevos territorios. Así, la alfabetización geológica podrá
contribuir a un utópico mundo sustentable, siempre que se oriente hacia una
finalidad histórico-interpretativa, para comprender el origen del paisaje geológico
natal y promover la responsabilidad social y política para su
conservación.
Desde
este punto de vista, para que la Alfabetización Geológica (AG) pueda incidir en
la cultura de la sociedad, debe ser incorporada en los planes de estudios de
todos los niveles educativos. A tal fin,
será conveniente considerar las siguientes tres dimensiones:
la AG práctica: que permite utilizar
los conocimientos geológicos en la vida diaria, con el fin de mejorar las
condiciones de vida, de comprender los rasgos, recursos y riesgos naturales de
nuestro entorno, etc., la AG ciudadana: para que todas las
personas puedan intervenir socialmente en decisiones políticas con diversos
criterios, incluyendo los científicos y la AG
cultural: que vincula la construcción de los conocimientos científicos, con
el significado de la ciencia y la tecnología y la incidencia científica en la
configuración de las sociedades.